miércoles, 1 de septiembre de 2010

Comentario acerca de ´"Más liviano que el aire" de F. Jeanmaire

ACERCA DE "MÁS LIVIANO QUE EL AIRE" DE FEDERICO JEANMAIRE

Este sorprendente texto de Federico Jeanmaire es, sin duda, una rareza literaria. El relato nos conmina a meternos n nuestra propia soledad mientras nos zambullimos en la asfixiante atmósfera que teje Rafaela, Lita, en esa vuelta de tuerca que le da a su propio destino. Lita, con la astucia que le han dado los noventa y trés años vividos, casi al margen del mundo y de la vida, burla al ladronzuelo principian- te, lo encierra en el baño y se apropia de su vida. So pretexto de castigar un delito, comete un delito peor, lo priva de su libertad, no avisa a la policía, no pide ayuda, simplemente lo secuestra con la excusa de reeducarlo. "Por su bien" se adueña de su vida, lo ofende, lo humilla, lo denigra, siempre desde la buena intención "cristiana" de salvarlo del mal, de sí mismo, de sus tendencias naturales por los "genes" y por el "nefasto" entorno familiar y social. Nunca escuchamos las palabras del joven de catorce años que fue a robar y termina siendo despojado de su propia vida, de su historia. Lita, con su inventado relato acerca de la muerte de su madre compone su propia identidad, uniendo datos dispersos que obtiene "de oídas". Pretende armar su propia historia con esos cabos sueltos. Necesita un interlocutor, que nunca tuvo. Ahora el destino y su "treta" se lo ofrecen servido en la bandeja del encierro sin escapatoria. El indefenso y anonadado Santi deberá escucharla y soportar todos sus caprichos y desvaríos estoicamente. Las fotos que Lita le muestra de sus padres y que le desliza por debajo de la puerta son el único arma que puede esgrimir Santi para exigir comida y negociar. Esta situación verosímil recuerda los filmes de terror de Hitchcock por la mixtura de convencionalismos, locura y factibilidad y por la falta de oxígeno que va cercando a los dos personajes y al lector que tampoco puede huir del relato de Lita. Varios discursos se disputan la hegemonía del relato. El discurso invisibilizado de Santi que deducimos a partir de las respuestas y comentarios de Lita y el armado discurso de Lita con todas sus verdades de perogrullo, sus ideas heredadas, sus conceptos no revisados acerca de todo lo que la rodea. Esta visión tan pedestre de esta anciana maestra normal nacional de la existencia, se contrapone con la realidad descar nada de Santi. Este contrapunto obliga al lector a oscilar entre un discurso y otro hasta que, en este pendular de la conciencia, avizore el destello de una verdad que los trasciende, convirtiéndolos en metáfora de la realidad social de nuestro país, anquilosada y esquivada. Es el inquietante espejo en el que no nos queremos ver. La perturbadora soledad sin derrotero y la orfandad de la pobreza y el desamparo confluyen en este patético relato de relatos que se sofocan y se superponen sin un diálogo posible hasta ahogarse, sin aire, en una muerte en paralelo, equidistante e inútil. En el medio del relato de Lita, como errada y recurrente noción está el discurso sobre el gaucho, el mate. La suprema ignorancia de ambos acerca de la identidad,"nuestra identidad" que sigue allí, esperando que de una vez y para siempre asumamos quiénes somos para poder saber hacia dónde vamos. De lo contrario, no hay salida posible y seremos una sociedad suicida. Federico Jeanmaire apuesta fuerte y logra sacudirnos para que espantemos nuestra petulancia, nuestra vacuidad "más liviana que el aire". Todo un desafío.

Norma María Francomano

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