miércoles, 1 de septiembre de 2010

ACERCA DEL MARTÍN FIERRO DE JOSÉ HERNÁNDEZ:

El gaucho Martín Fierro va boyando por la vida. Se siente perseguido por la “autoridá” y por el “salvaje”. No tiene un claro rumbo geográfico pero quiere preservarse, vivir, a pesar de todo. Su rumbo es la supervivencia. No lo cuestiona a Dios, sólo le implora.
Fierro reitera el tema de la persecución, del peligro, de la amenaza, de la desgracia. Su primer enemigo es la pobreza concreta.
En el viaje de vuelta Fierro tiene como meta la búsqueda de los hijos que lo atan más a la sociedad ya que es, indudablemente, un descastado.
La primera parte del Martín Fierro fue escrita en 1872. La segunda parte en 1879. Hay cambios políticos y sociales entre ambas escrituras que seguramente condicionaron a José Hernández en el tratamiento de ciertos temas como, por ejemplo, el ámbito de los indios que, en la ida son refugio y salvación y, en la vuelta son infierno insoportable para Fierro, Cruz y la cautiva.
El viaje de vuelta de las tolderías es arduo, difícil, lleno de impedimentos y peligros. Como una carrera de obstáculos. La meta es aún más incierta.
A pesar de esto Fierro se sigue aferrando a la vida como un supuesto que no está en discusión.
Luego del reencuentro con sus hijos y el hallazgo del hijo de Cruz, juntos deciden el viaje final del texto. Se lanzan a la búsqueda de sus correspondientes destinos accionando ese recurso inexpugnable de autodefensa y preservación propio de nuestros gauchos.
Cuando Fierro vuelve al pueblo, relata su viaje en forma pormenorizada. Se detiene en cada hecho y lo narra haciendo hincapié en la desgracia, en el dolor pero, invocando a Dios y cantándole a la vida. En el Canto I nos dice “mas siempre sirven las sombras/para distinguir la luz”.
Su deseo de vivir queda claro en los siguientes versos: “Me he decidido a venir/a ver si puedo vivir/y me dejan trabajar”.
En el Canto II relata lo que deja: mujer, hijos y pago. Con Cruz se quedan con los primeros salvajes que encuentran. Estos les perdonan la vida y quedan cautivos.
Fierro entonces relata la forma de vida y costumbres de los indios: “Parece un baile de fieras/sigún yo me lo imagino”.
En el Canto III vuelve al tema de la supervivencia y expresa el deseo de la vuelta:

“De ese modo nos hallamos
empeñaos en la partida
no hay que darla por perdida
por dura que sea la suerte
ni que pensar en la muerte
si no en soportar la vida”.

Habla del mal y de ser hombre para aguantar lo que venga. La fe nunca lo abandona:


“Mas quien manda los pesares
manda también el consuelo”.

Relata más adelante las penurias y el maltrato. Los indios los separan a Fierro y a Cruz. Recién después de dos años les permiten vivir juntos. Los retienen para cambiarlos por rehenes. Fierro habla del hambre y del hombre.
En el Canto IV, Fierro se detiene en la desconfianza y costumbres del indio. Nos dice que es fiero para la guerra y no conoce la compasión. Nunca se ríe. Las indias son las que trabajan. Entre ellos sobresalen la crueldad, la suciedad y la ausencia de Dios.
En el Canto V, Fierro narra la vuelta del malón. Nos dice que se reparten el botín con igualdad y sin malicia. Hace una referencia a la campaña de Roca:
“pero si yo no me engaño
concluyó ese bandalage
y esos bárbaros salvages
no podrán hacer más daño”


Menciona el maltrato a la mujer:

“sólo los cobardes son
valientes con sus mujeres”


Luego ensalza a la mujer:

“Yo alabo al Eterno Padre
no porque las hizo bellas
sino porque a todas ellas
les dio corazón de madre”


Señala la insensibilidad del indio:

“porque el indio no se ablanda
ni siquiera en el amor”.


Luego frena este relato pormenorizado y relata la muerte de una china (mujer) dentro del cerco de lanzas. Continúa enumerando las costumbres y crueldades de los indios, aún para con ellos mismos. Ya en el canto VI relata la epidemia de viruela que los diezma y mata a Cruz. Dedica el Canto VII a llorar, enterrar y rezar por su amigo muerto. Luego relata el asesinato de una china, cristiana a manos de un indio pampa. En el Canto VIII explica que la mató porque la culparon de la muerte de una mujer india tan sólo con su presencia. Esta sospecha justificó su asesinato ya que la acusaron de bruja. En el Canto IX relata cómo un indio mata al hijo de una cautiva e intenta matarla a ella. Ambos se trenzan en una pelea fiera. La mujer lo ayuda a salvar la vida y Martín Fierro luego lo mata al indio. Ayuda a la mujer a juntar los pedazos de su hijo muerto y los dos agradecen a Dios por estar vivos.
En el Canto X se explaya acerca de cómo el indio educa al caballo, le ofrece su caballo a la cautiva y él monta el del indio pampa muerto. Los dos entierran al indio para que sus compañeros tarden en encontrarlo. Huyen por el desierto hacia las tierras pobladas por los blancos. Ella se queda en una estancia y él sigue:


Concluyo esta relación,
ya no puedo continuar.
Permítanme descansar:
están mis hijos presentes,
y yo ansioso porque cuenten
lo que tengan que contar.


En el Canto XI hay un cambio de estrofa, toma la forma romance. Está en una pulpería y mientras un muchacho se prepara para tocar la guitarra y cantas, él cuenta que en las estancias trató de averiguar cómo estaban las cosas. Supo que mucho no habían cambiado pero, en su caso, un amigo le contó que el juez que lo perseguía ya había muerto y que nadie se acordaba ya de la muerte del moreno. También relata cómo encontró a sus hijos en una carrera muy grande organizada por unos estancieros. Menciona que muchos conocían su historia y al dar su nombre se le acercaron los muchachos que resultaron ser sus hijos y lo estaban buscando. Uno de sus hijos ya está listo para cantar. Martín Fierro manifiesta que les tiene mucha fe, no porque sean sus hijos sino porque han sufrido mucho y esto los ha templado.
En el Canto XII comienza a cantar el hijo mayor de Fierro y cuenta la vida de padecimientos que tuvo que vivir, sin casa, ni madre, ni padre:

Pido a todos que no olviden
lo que les voy a decir:
en la escuela del sufrir
he tomado mis lecciones,
y hecho muchas reflecciones
dende que empecé a vivir

Aquí nuevamente tenemos la división estrófica en sextinas octosilábicas. El hijo mayor cuenta cómo cuando trabajaba en una estancialo culparon de la muerte de un boyero y terminó preso injustamente. A continuación relata pormenorizadamente el sufrimiento de la vida en la cárcel. La considera peor que el delito más aberrante y agrega que el hombre recuerda allí toda su vida anterior y se hace perfeccionista de tanto rumiar su pasado.

Norma María Francomano

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